Mi nombre es Javier Máximo Castelli, nací en 1967 en Buenos Aires, Argentina, ciudad donde resido en la actualidad.
Padre de Jerónimo y Rosario.
Soy el segundo de los cuatro hijos de Mario Castelli y Celia Ruiz. Mi papá fue un reconocido farmacéutico, con gran participación política dentro de su profesión y un apasionado defensor de sus ideas y principios. Mi mamá fue una extraordinaria mujer con un profundo amor por la literatura y la música.
A pesar de que los últimos 26 años de mi vida laboral transcurrieron dentro de corporaciones multinacionales, donde mi costado artístico quedó oculto, siempre tuve interés por las artes plásticas. Así es como nace máximo ruiz, mi alter ego y homenaje a “Don Máximo”, que era mi abuelo materno, lado familiar del que sin dudas, heredé mi interés por el arte.
A partir de la necesidad de darle un nuevo significado a mi vida, más acorde a mis intereses, es que emprendo esta aventura de compartir mi forma de ver el mundo a través de mi arte. En los últimos años realicé varios cursos de fotografía, tanto analógica como digital, formación que seguramente va a ayudar a potenciar mis creaciones.
Sé que cada captura que realizo, congela un momento en la historia que es irrepetible. A partir de ese concepto de unicidad, mis “colecciones” se componen de obras únicas y exclusivas, sin copias en serie. Mis composiciones están concebidas como obras originales.
Por otro lado, y enfocado en poder generar mayor difusión al mensaje que intento transmitir a través de mi arte, y apuntando quizás a los coleccionistas que se están iniciando en el mundo del arte, desarrollo una serie de “láminas seriadas”.
Estas obras son impresiones en series limitadas y bajo las mismas normas de calidad que las “colecciones”, pero en este caso en menor tamaño y sin enmarcar, lo que las convierte en piezas mas accesibles, no solo desde el punto de vista económico sino también desde la logística y manipulación de la obra.
El poseedor de alguna de mis obras sabe que tiene en sus manos algo excepcional. El desprenderme de cada una de ellas es como dejar ir una parte mía. No obstante, si consigo generar en quien la adquiere una emoción similar a la que me motivó a realizarla, el objetivo esta cumplido y esta separación valdrá la pena.